Cuando me decidí a montar la tienda con mis cuadros, me di cuenta de que nunca iba a vender nada. Miré las paredes de mi casa y estaban todas vacías. No había ni un solo cuadro mío. Todo estaba en cuadernos y carpetas. Escondidos con vergüenza de los ojos ajenos. Entonces, me llegó como un rayo esta pregunta:
¿Cómo vas a decorar paredes ajenas si no crees que tu arte sea suficiente para decorar las tuyas?
Lo bueno de los bloqueos generados por tu mente es que esta misma puede también desbloquearlos. Por eso, me puse manos a la obra para crear algo que fuera digno de mi pared. En esos momentos, estaba dándole vueltas a los aspectos básicos de la empresa: misión, visión y propósito. Así que me pareció que lo más apropiado para desbloquearme era empezar con imágenes inspiradoras que me recordaran cada día cuál es la dirección que quiero seguir.
El proceso para hacer este tipo de cuadros lo aprendí con una artista maravillosa, Giovanna Vescovi, ArtsyGio en la plataforma Skillshare1. Es muy poderoso. Lo resumo brevemente a continuación, dejando para el blog explicarlo completo. En primer lugar, hago una breve meditación sobre el tema que quiero plasmar. Luego, en segundo lugar, hago una tormenta de ideas con todo lo que me ha salido. Después, hago varios esbozos con ideas sobre ese tema. A continuación, busco inspiración en Pinterest y ya con modelos más tangibles, hago un segundo esbozo más definitivo, partiendo de aquel o aquellos que más resuenen conmigo. Por último, voy dando forma al dibujo y una vez lo tengo añado color.
El resultado de aplicar este proceso a la palabra “Misión” de la empresa fue bastante sorprendente. Descubrí que lo que yo quería era canalizar las ideas que volaban por mi mente y materializarlas sobre el papel. La canalización la sentía en mi cabeza, en la zona del tercer ojo y tenía colores fríos. La materialización la sentía en mis manos, mucho más cálida y vibrante. Entonces, lo vi claro: ¡como el yin y el yang! Con este principio de idea circular trabajé un primer borrador. Las imágenes, que provenían de fotos que me hice de mi cara y de mi mano, quedaron bien. Pero los colores eran demasiado apagados. Por eso, en la versión definitiva me lancé a explorar azules, rojos y naranjas.
Me llevó aproximadamente una semana dar forma a la obra final. La dejaba en mi mesa de trabajo, que está en el salón, para echarle un vistazo de vez en cuando. Cada mirada me alegraba y por eso sabía que iba por el buen camino. Así que, cuando ya estuvo lista, me armé de valor y fui a comprar el marco más grande y bonito que había tenido nunca. Pensaba que iba a ser negro, pero en cuanto vi uno con brillo dorado y tono anaranjado supe que había encontrado el marco perfecto. Después de postergar un poco, al día siguiente, tuve el valor de cerrar el ciclo y enmarcar la misión de ClarArte Creaciones.
Ahora, mientras escribo esta explicación, me mira desde la pared. Siento un poco de vergüenza al mirarlo. Como si fuera una foto mía desnuda. Porque, en cierto modo, es mi alma al desnudo la que he colgado en la pared.
Cambiaría y mejoraría algunas cosas. Pero sé que este cuadro ya está acabado. Y que vendrán más. Me siento orgullosa de haber completado el ciclo, de no haber parado en el primer esbozo. También de haber hecho una segunda versión que me hiciera sentir bien. Y, sobre todo, estoy orgullosa de haber dado el paso de enmarcarlo y de colgarlo en la pared.
No sé lo que contará este cuadro a los demás. Tampoco me importa, la verdad. Su mensaje es claro. Siempre que lo miro, me dice: “sigue así, Clara. Vas por buen camino”.
Y para mí eso es mucho más que suficiente. Así tengo fuerzas para seguir con los otros dos de la serie que me he propuesto: visión y propósito.
No se me ha olvidado el botón. Este cuadro no está en venta. ¡Es para mi pared! 😊
1. El curso se llama: "Dibujo intuitivo: ilustra tu propio cuento de hadas con tinta", en Skillshare. Dibujo intuitivo: ilustra tu propio cuento de hadas con tinta